El agua ha sido considerada comúnmente, como un recurso renovable, cuyo uso no se veía limitado por el peligro de agotamiento que afecta, por ejemplo a los yacimientos minerales, esto, mientras se ha mantenido el equilibrio en el que el volumen de agua utilizada no era superior al que mediante el ciclo del agua se reponía. El consumo del agua se ha disparado a escala planetaria. El agua potable ha doblado su volumen cada 20 años debido a la conjunción de los excesos de consumo, el crecimiento demográfico y consecuentemente las necesidades de alimentos.
Por tal motivo es imprescindible generar una nueva cultura del agua la cual debe llevar consigo el compromiso de valorar y preservar el recurso, utilizándola con responsabilidad en todas las actividades, bajo un esquema de desarrollo sustentable además de trasmitirlo como parte de la interacción social de las personas. La escuela es un espacio para generar estos conocimientos, actitudes y capacidades en los estudiantes sean estos niños o adolescentes y aún los padres de familia.
Si queremos contar con disponibilidad de agua para el consumo humano para las próximas generaciones debemos tener en cuenta lo siguiente:
El respeto al ambiente que nos rodea; la solidaridad de cada individuo, por que el agua que es desperdiciada o que se fuga es la que le hace falta a otra persona; disciplina para usar sólo lo que necesitamos; responsabilidad para utilizar correctamente hoy, el agua que va a servir a los ciudadanos del mañana; Sabiduría para utilizar la tecnología y así lograr que el agua contaminada sea otra vez limpia.
Los aprendizajes deben ser dinámicos, motivadores que les permitan sensibilizarse y cambiar la actitud.
